-No puedo, tengo que hacer un trabajo
para el curso.
-¿Qué curso?
-Pues el que te dije que empecé a
hacer en Septiembre.
-No, no me dijiste nada.
-Ah, pues yo creía que sí.
-¡Si es que nunca me cuentas nada! Vaya
amigo que tengo que nunca me cuentas nada y siempre te lo tengo que sacar todo
con cucharón, es más, ni siquiera me hablas tú. Tengo que ir siempre yo detrás
de ti hablándote y diciéndote de quedar. Pues, ¿sabes qué? Ya me he cansado de
ir detrás de la gente, parezco un cero a la izquierda. Cuando quieras algo, ya
sabes dónde encontrarme.
Cabreada, sale de la
conversación de su mejor amigo. Resopla y se pasa las manos por la cara. Estar
harta de siempre ir detrás de la gente y que nunca le cuente nada su mejor
amigo. Eso le duele. Coge el móvil de nuevo y se mete en la conversación de su
mejor amiga.
-Tía, me tiene ya hasta los mismísimos
ovarios.
-¿Quién?
-¿Quién va a ser? El de siempre…
-Ah, el gran hombre de tu vida.
Jajaja. ¿Qué ha hecho esta vez, Mario?
-Acabo antes diciéndote qué no ha
hecho…
-Pues, venga, ya estás largando.
-Pues, nada… Que resulta que, como
siempre, tengo que ir yo detrás de él, preguntarle por todo y decirle de
quedar, si no ni se acuerda de mí, así que, acabo de mandarle a fregar.
-Hija, pues me parece bien. Si quiere
algo, ya volverá, si no es que no merecía la pena.
-Eso espero.
-Qué sí. Ahora, ponte a estudiar que
mañana tenemos examen.
-Está bien.
Deja el móvil a un lado y
se pone a estudiar. Sabe que su mejor amiga tiene razón, solo espera que su
mejor amigo no se vaya. No quería mandarle a fregar, pero es que ya la tenía
bastante quemada.
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